martes, 3 de febrero de 2015



Tiempo después, cuando algún zahorí descubrió la manera en que ambos coincidamos en un mismo espacio, no fue por casualidad que hayamos hablado de lo absurdo de nuestras actividades cotidianas, de la tapa de los diarios, de lo cambiado que estamos, esquivando lo que realmente era importante. Mi princesita hacia tiempo que se había transformado en sapito. Nadie cavó la tumba de nuestro amor, eso es algo que yo me reservé como patrimonio exclusivo. Juré que se me escapó. Que nunca le quise decir que le compré un bonito ataúd al cadáver de nuestro amor.