miércoles, 12 de junio de 2013

MI PRINCESITA SE TRANSFORMO EN SAPITO


Una bombacha vacía. Una cama deshecha. Sobre un espejo que parecía reflejar todavía la escena recientemente ocurrida había una foto en blanco y negro pegada con cinta scoch. La puerta de la habitación se abrió y una mujer totalmente desnuda posó sus pies sobre la fina alfombra. La miré desde la silla en la que estaba sentado. Mis ojos se nublaron. De un impulso me levante bruscamente y me fui por la puerta que había quedado apenas entornada. La mujer, inmóvil, observó mi retirada. Luego fue hacia el espejo para ver el reflejo de su rostro. El maquillaje corrido y los ojitos chinos evidenciaban que no había pasado una noche tranquila. Se alejó unos pasos para verse de cuerpo entera desprovista su blanquísima piel de todo vestuario. Inspeccionó sus partes, mas no encontró nada anormal. Paseó su mirada en derredor. Desde la cómoda la imagen de un Cristo crucificado parecía dejar escapar una lágrima. Silencio. Velas consumidas casi completamente. Dos pantuflas en forma de conejitos custodiaban la cama. La mujer recordó la foto pegada en el espejo. La tomó entre sus manos investigándola con tristeza. Un tremendo vacío le comprimió el pecho. Hay algo que no funcionó. Hay algo que anduvo mal. Mi princesita sabía que desde hacía un tiempo no era la misma. Dejó la foto. Espió el espejo que parecía todavía seguir reflejando lo acontecido hacía un rato. Anegada en cavilaciones se dio cuenta de que había perdido algo muy valioso que ya nunca volvería a recuperar.

* Fragmento del capitulo I

jueves, 6 de junio de 2013

Fragmento de Los Fracasados. Anticipo del proximo libro


"Se escarcha la noche. Es tarde en tu cama. El insomnio me vomita y no me deja andar por los caminos que me lleven rumbo a los dominios de Morfeo. Te dejo perdida en tus sueños y salgo al parque. Mi aliento se transforma en ruinas. Camino entre los fantasmas que alguna vez acariciaron tu piel. Me escondo en las palabras que hace unas horas usabas para convencerme. Por más que quiera, por más que lo intente, tus caricias ya no me erizan la piel. Es la soledad, ese criminal que ha sido declarado inimputable, que me toca y me enfría la sangre.

De lejos me llegan susurros que aniquilan la verdad. La traición es un veneno sin antídoto. La niebla me devuelve pensamientos: Somos un error, somos ese crimen que todavía no se cometió. Llevamos en la sangre el fracaso."