sábado, 28 de agosto de 2010

Anduve revisando algunos viejos textos y encontre algunas frases de Raymond Radiguet que me gustaria compartir:

“Lo que fastidia no es dejar la vida, sino abandonar lo que le da sentido ¿Qué diferencia hay entre vivir juntos y morir juntos?”

“Todos los amantes, hasta los mas mediocres se creen innovadores”

"El amor debe tener sin duda grandes ventajas, ya que todos los hombres le ceden su libertad”.

miércoles, 25 de agosto de 2010

El Hombre Trampa

¿Qué es lo que debe hacerse cuando se sabe que la novia de un amigo quiere pasar una noche de escarnio en tu cama? ¿Qué es lo que debe hacer uno? ¿Arrojar al fondo de un morboso tacho de basura veinte años de amistad y entregarse a los efímeros placeres de una damita a la que no le harías asco? ¿Mantener una fidelidad incondicional hacia la persona que ha compartido distintos momentos de felicidad y tristeza junto a uno? ¿O esconder bajo el manto de la mentira unos minutos de desenfreno? En el caso que uno opte por hacerse el desentendido, finja olvidarse los lazos de amistad y decida invitar a quien desea hacerse la inocentemente dormida en una cama desconocida ¿Podría llamarse a esto una traición? ¿De quién? ¿De ella o mía? ¿Podría considerarse deshonesto mirar a la novia de mi amigo con miradas que desnudan y que ella secretamente sienta placer? Pero en este caso ¿quién seria el egoísta? ¿Mi amigo o yo? que por respeto a él me retraigo y no llevo a mis aposentos a quien desea en lo mas profundo de sus hormonas estar allí ¿Yo soy el mal amigo o él, que fue testigo de mis desgracias y a pesar de ello me niega un bonito cuerpo y unos labios que provocan que él posee todas las noches y yo sólo aspiro a una?

sábado, 7 de agosto de 2010

Sangre

Remontémonos a los momentos en que Amor y Sexo formaban una sola palabra. A esos tiempos, en los cuales sufríamos de una adicción mutua tal que llegábamos a hacer cosas inenarrables por estar juntos. Nos sentíamos cada uno, parte de un universo perfecto. Sucedía que podíamos encontrar en los ojos del otro las respuestas a las preguntas que no se hacen con palabras. Nuestros cuerpos se necesitaban de la misma forma en que un motor necesita de combustible para funcionar. Pero por aquel entonces, hubo ciertos hechos motivados indudablemente por una suerte de crisis de abstinencia, que empañan los bonitos recuerdos de esa época. Pasó que por diversas razones ninguno de los dos tuvo noticias del otro durante tres días consecutivos. Debieran haberla visto como la vi yo al cuarto día, para comprender a lo que me refería al hablar de adicción. Estaba sentada frente a su jodido espejo, descubierto todo su cuerpo de ropaje alguno y con una jeringa, con la cual succionaba la sangre de su brazo y la depositaba dentro de una taza. Pálida como una hoja de invierno, su angustia se concentro en su semblante cuando percibió mi presencia. Me había jurado que si alguna vez yo la abandonase físicamente, la única forma de poder extirpar el amor que sentía por mi sería vaciando por completo sus venas. La observe sorprendido desde la puerta de la habitación. Parecía haber sufrido mucho (¡Y sólo habían sido tres días!). Permanecí inmóvil durante algunos interminables segundos. Ella tomó la taza en la que depositaba su sangre con suavidad y me la arrojó encima un instante ante de desvanecerse.